GUIMARAES
Tarde del 28 de octubre de 2011.El viaje fue corto, bastaron cuatro horas y media para llegar a Guimaraes. Estaba atardeciendo cuando llegamos al hotel Fundador, nos alojamos, el hotel bien situado, de amplias habitaciones y cómodo, con un personal muy amable. Tras acomodarnos decidimos salir a callejear y tomar una cerveza, nos sorprendió que todas las ventanas del casco histórico estuvieran decoradas con pequeñas luces como si fuera navidad, dándonos una sensación agradable y haciendo del paseo un momento especial.
Guimaraes, pertenece al distrito de Braga, a caballo entre los ríos Miño y Duero, entre el Atlántico y el Macizo Galaico. Precisamente por su ubicación geográfica y por su trayectoria histórica, la ciudad acumula arte y belleza en un entorno privilegiado. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 2001 por la UNESCO. Hoy en día es un pueblo tranquilo de unos 20.000 habitantes
Guimaraes es conocida como la “cuna de Portugal” debido a que Alfonso Enriquez se proclamó en esa ciudad, rey del país en el año 1139.
A la mañana siguiente, descubrimos una ciudad trabajando contra reloj dado que el próximo año será Ciudad Cultural Europea y estaban ultimando las maravillosas aceras, colocando las últimas plantas en los parques…
Tras visitar el Palacio y recorrer las salas visitables, en la actualidad es lugar de residencia del Primer Ministro Portugués cuando visita esta zona, continuamos hacia el centro histórico, perdiéndonos por las empedradas calles del bien conservado conjunto urbano.
Nos encontramos diferentes iglesias románicas, góticas y barrocas, el convento de Santa Clara (S.XVI) que en la actualidad acoge las oficinas del Ayuntamiento y otros monumentos de interés. Llegamos a la Plaza de Santiago, donde se halla la oficina de turismo. Esta plaza es un rincón encantador que sigue conservando el suelo empedrado y las casas con los pequeños balcones de madera. Los pórticos del antiguo ayuntamiento comunican la plaza de Santiago con el Largo de Oliveira con la iglesia de Nuestra Señora de Oliveira y el monumento del Salado, un templete gótico que se construyó durante el reinado de Dom Alfonso IV para conmemorar la batalla del mismo nombre del 1340. Seguimos paseando por las calles medievales hasta llegar a la Plaza del Toural, considerada hoy en día como el corazón de la ciudad.
| Guimaraes |
| PLAZA DE SANTIAGO |
Se hizo la hora de comer, aconsejados por una ciudadana de Guimaraes nos dirigimos al restaurante “Histórico PASAPOA”, un restaurante ubicado en una casona rehabilitada, comimos bien y con un precio equilibrado en general, si nos pareció un poco desproporcionado lo que pagamos por unos sencillos platos de macarrones.
| Fachada de Guimaraes |
Oporto
Nos espera una jornada repleta de visitas: La Plaza de la Libertad y la estatua ecuestre del Rey Pedro IV, la estación de trenes de San Bento, con su holl decorado con miles de azulejos que relatan la historia de Portugal, la Iglesia de los Clérigos y su torre con sus 200 escalones, la maravillosa Librería Lello que ha servido para rodar algunas escenas de la película de Harry Potter. Visitamos la Iglesia de San Francisco, con un recargado interior de pan de oro y sus catacumbas.
Se nos hace la hora de comer y decidimos bajar a las orillas del Douro, nuestro querido Duero, a comer. Parece que a pesar de haber numerosos restaurantes en esa zona, nosotros pensamos que se come mejor en otras zonas de la ciudad que allí.
Subiendo por una preciosa escalera de granito y mármol, en la segunda planta recorrimos la Sala Dorada, cubierta de pan de oro, la Sala de las Asambleas Generales, que parece cubierta de madera (y es escayola), y algunas otras salas hasta llegar a la más importante: la Sala Árabe. En los 300 metros cuadrados de esta sala de estilo morisco, inspirada en la Alahambra, se llevan a cabo las recepciones oficiales.
Atardecía cuando llegamos a Oporto. Las siguientes tres noches nos alojamos en los Apartamentos Boavista Place, magníficos en todo, situación, comodidad, modernidad, limpieza, trato…, en fin perfectos. Por supuesto, después de cenar, paseando nos acercamos a la Avenida de los Aliados, calle repleta de edificios modernistas, allí se encuentra el ayuntamiento.
Tercer día
| ESTACIÓN SAN BENTO |
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| Interior LIBRERÍA LELLO |
Por la tarde visitamos el Palacio de la Bolsa, desde luego a todos nos encantó la visita, es guiada y bien merece la pena. En el interior de este edificio Neoclásico, calificado como Monumento Nacional,encontraréis en un primer momento el gran patio central, o Patio de las Naciones, cubierto por una estructura de vidrio que deja entrar gran cantidad de luz en el palacio.
| PALACIO DE LA BOLSA |
Llovía y nos dirigimos a merendar a la pastelería del Bolhao.
| Oporto |
Cuarto día
Aveiro
| ESTACIÓN DE TRENES DE AVEIRO |
Decidimos viajar a
Aveiro en tren desde Oporto, para ello nos dirigimos a la estación de Campanha,
el viaje fue largo , aunque sólo sólo les separa 57 kilómetros, el tren que
cogimos paraba en todas las estaciones y nos duró casi dos horas.
La ciudad ha sido frecuentemente denominada
"La Venecia de Portugal", por sus canales que atraviesan el centro de
la ciudad; lo cual dota a la ciudad de una gran belleza, conjuntamente con el
barrio viejo de "Beira Mar", donde se conservan las tradicionales
casas y los almacenes de sal de la Ría. El aire antiguo de la ciudad se mezcla
perfectamente con la modernidad.
| DETALLE DE LOS SUELOS DE AVEIRO |
En Aveiro, además de pasear y comer magníficamente unos pescados deliciosos, dimos el paseo en unas embarcaciones típicas, denominadas mouliceiros ,por los canales.Resulta placentero pasear en estas embarcaciones conducidas por los limoneiros, son llamativas por sus formas alineadas y sus pinturas de colores vivos, con decoraciones que en ocasiones tienen toques humorísticos e ingeniosos, que dejan entrever el carácter de la ciudad y sus gentes. También hicimos acopio de los famosos ovos moles, un dulce elaborado a base de yema de huevo recubierta de una fina masa crujiente con diferentes formas: caracolas, barriles peces..etc
Regresamos al atardecer en un tren más rápido que
el que teníamos reservado, tenemos que decir que el revisor cuando se dio
cuenta de que habíamos cogido el tren equivocado, nos permitió continuar el
viaje hasta Oporto.
